EPApublica que la firma aragonesa Air Horizont ya no surcará el cielo de Zaragoza. Su lanzamiento, en enero del 2015, anunciaba a bombo y platillo la inminente puesta en marcha de cuatro vuelos regulares desde el aeropuerto de Garrapinillos a Múnich, Roma, Alicante y Sevilla. Todo eran buenos deseos y fotos con sus aventureros dueños, los pilotos Manuel Sahli y Juan Luis Díez, que se presentaban a su tierra con ganas de competir con las compañías de bajo coste con la denominación de origen de Aragón y el apoyo de un Gobierno de Aragón dispuesto a ayudarle en su despegue. Solo han pasado dos años de aquella puesta de largo y hoy, con «tristeza y decepción», reconocen sus responsables que «este año ya no volaremos desde Zaragoza». Siempre se ha dicho que uno nunca es profeta en su tierra... y esta tierra, es dura...
Díez, en declaraciones a este diario, relata que su futuro ahora pasa por acercar a turistas a España, pero no a la capital aragonesa sino «al litoral mediterráneo y a las islas». Todos procedentes de Italia, que es donde está su fuente de ingresos y «donde tenemos cierto renombre». Son los que le ha permitido, explica, invertir en el que va a ser su cuarto avión, que confían en recibir «a finales de mayo o principios de junio». Y siempre en vuelos chárter. Lo de los vuelos regulares queda ya muy lejos, hundido en su pasado y a muchos pies de sus expectativas de negocio. Tan lejos como el día que anunciaba orgulloso que su primera aeronave la bautizaba como Corona de Aragón para pasear el nombre de su tierra por Europa.
No en vano, dos años después de su despegue fallido como aerolínea regular, hoy las cosas se ven con perspectiva y se puede hablar abiertamente de cómo se frustró su proyecto. La previsión de iniciar sus operaciones en abril se vio truncada por unos permisos para operar que recibió «el 1 de junio». «Un mes y pico en el mundo de la aviación es ridículo pero causó un fuerte impacto», asevera Díez.
El más importante estaba estrechamente relacionado con el Gobierno de Aragón, aquel que les apoyó en su estreno mediático y que, tras las elecciones del mayo del 2015, cambió de manos. «El retraso derivó en que la DGA se asustara y nos denegara la segunda parte del crédito que nos había prometido, a través de Sodiar», la empresa pública que les prestó 150.000 euros al inicio, «que estamos devolviendo todavía», y que le iba a proporcionar otros 150.000 para adquirir una segunda aeronave. «Entiendo que no querían verse salpicados por un fiasco», apunta Díez.
«Con los compromisos que habíamos adquirido ya al comprar el primero y al no poder asumir más rutas con un segundo avión, nos dimos cuenta de que no podíamos asumir ese riesgo. Fue el golpe definitivo que nos obligaba a cambiar de chip y reorientar el negocio», argumenta el responsable de Air Horizont.
Se refería al callejón sin salida al que le abocó el retraso en la puesta en funcionamiento de sus rutas, para las que ya habían vendido billetes cuando se tuvo que posponer el estreno y cancelar los vuelos previstos para abril y mayo de ese año. Aunque añade con orgullo que «se devolvió el 90% de los billetes en solo tres días y el resto tardó más porque no localizábamos a los viajeros».
Hoy todo eso se queda en tierra. Sus aviones ahora salen de Italia y ya tiene en nómina «a 70 trabajadores» que «pronto serán 150, antes del próximo mes de junio». ¿Cuántos proyectos nacidos en Aragón proporcionan esos puestos de trabajo? En este apartado al menos, la empresa sí se ha ajustado a las expectativas creadas en el 2015. Pero no hay marcha atrás en su operativa actual y el dinero de la DGA ya no es imprescindible. «Ahora aunque me ofrecieran 500.000 euros les diría que no los necesito», bromea. Su escenario económico es radicalmente distinto en la actualidad. Y del futuro, ya se verá.
Su oferta va con el piloto automático puesto, con «más de 5.000 horas de vuelo contratadas para este año» y multitud de salidas «al menos hasta octubre». Sus aviones, un Boeing 737-400 con capacidad para 168 pasajeros y que siguen haciendo homenaje a su tierra aragonesa –llevan la denominación de ZAZ (Zaragoza), HUE (Huesca) y TER (Teruel)-- prevén mover «unos 200.000 pasajeros» este año. Para sí los quisiera Garrapinillos. Y el año pasado fueron 98.000, solo 1.500 desde la terminal de Zaragoza. Un total de 1.284 vuelos (y 2.640 horas en el aire, la mitad que prevé este año), de los que solo 9, en julio y agosto, salieron de ella, a Estrasburgo y Lisboa.
Pero aunque una oficina en Malta y otra, desde marzo, en Milán, su deseo es mantener la sede de la capital aragonesa, su única escala en la tierra que le vio nacer.
Díez, en declaraciones a este diario, relata que su futuro ahora pasa por acercar a turistas a España, pero no a la capital aragonesa sino «al litoral mediterráneo y a las islas». Todos procedentes de Italia, que es donde está su fuente de ingresos y «donde tenemos cierto renombre». Son los que le ha permitido, explica, invertir en el que va a ser su cuarto avión, que confían en recibir «a finales de mayo o principios de junio». Y siempre en vuelos chárter. Lo de los vuelos regulares queda ya muy lejos, hundido en su pasado y a muchos pies de sus expectativas de negocio. Tan lejos como el día que anunciaba orgulloso que su primera aeronave la bautizaba como Corona de Aragón para pasear el nombre de su tierra por Europa.
No en vano, dos años después de su despegue fallido como aerolínea regular, hoy las cosas se ven con perspectiva y se puede hablar abiertamente de cómo se frustró su proyecto. La previsión de iniciar sus operaciones en abril se vio truncada por unos permisos para operar que recibió «el 1 de junio». «Un mes y pico en el mundo de la aviación es ridículo pero causó un fuerte impacto», asevera Díez.
El más importante estaba estrechamente relacionado con el Gobierno de Aragón, aquel que les apoyó en su estreno mediático y que, tras las elecciones del mayo del 2015, cambió de manos. «El retraso derivó en que la DGA se asustara y nos denegara la segunda parte del crédito que nos había prometido, a través de Sodiar», la empresa pública que les prestó 150.000 euros al inicio, «que estamos devolviendo todavía», y que le iba a proporcionar otros 150.000 para adquirir una segunda aeronave. «Entiendo que no querían verse salpicados por un fiasco», apunta Díez.
«Con los compromisos que habíamos adquirido ya al comprar el primero y al no poder asumir más rutas con un segundo avión, nos dimos cuenta de que no podíamos asumir ese riesgo. Fue el golpe definitivo que nos obligaba a cambiar de chip y reorientar el negocio», argumenta el responsable de Air Horizont.
Se refería al callejón sin salida al que le abocó el retraso en la puesta en funcionamiento de sus rutas, para las que ya habían vendido billetes cuando se tuvo que posponer el estreno y cancelar los vuelos previstos para abril y mayo de ese año. Aunque añade con orgullo que «se devolvió el 90% de los billetes en solo tres días y el resto tardó más porque no localizábamos a los viajeros».
Hoy todo eso se queda en tierra. Sus aviones ahora salen de Italia y ya tiene en nómina «a 70 trabajadores» que «pronto serán 150, antes del próximo mes de junio». ¿Cuántos proyectos nacidos en Aragón proporcionan esos puestos de trabajo? En este apartado al menos, la empresa sí se ha ajustado a las expectativas creadas en el 2015. Pero no hay marcha atrás en su operativa actual y el dinero de la DGA ya no es imprescindible. «Ahora aunque me ofrecieran 500.000 euros les diría que no los necesito», bromea. Su escenario económico es radicalmente distinto en la actualidad. Y del futuro, ya se verá.
Su oferta va con el piloto automático puesto, con «más de 5.000 horas de vuelo contratadas para este año» y multitud de salidas «al menos hasta octubre». Sus aviones, un Boeing 737-400 con capacidad para 168 pasajeros y que siguen haciendo homenaje a su tierra aragonesa –llevan la denominación de ZAZ (Zaragoza), HUE (Huesca) y TER (Teruel)-- prevén mover «unos 200.000 pasajeros» este año. Para sí los quisiera Garrapinillos. Y el año pasado fueron 98.000, solo 1.500 desde la terminal de Zaragoza. Un total de 1.284 vuelos (y 2.640 horas en el aire, la mitad que prevé este año), de los que solo 9, en julio y agosto, salieron de ella, a Estrasburgo y Lisboa.
Pero aunque una oficina en Malta y otra, desde marzo, en Milán, su deseo es mantener la sede de la capital aragonesa, su única escala en la tierra que le vio nacer.
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