Coleccionar coches antiguos no es como coleccionar sellos: se necesita mucho espacio y la sabiduría precisa para restaurarlos si uno no quiere invertir una auténtica fortuna en cada uno de ellos. Ángel Martínez (Alcañiz, 1961) no tiene esa fortuna pero lo sabe todo de motores y desde hace décadas dedica cada minuto libre de su tiempo a restaurarlos. Sus hijos, que trabajan en el taller familiar, han heredado su pasión, por lo que también contribuyen a perfeccionar la colección. Aún así, hay tareas que parecen interminables:aunque habitualmente restauran varios vehículos a la vez, llevan ya seis años con un Renault Coupé Chauffer de 1911 y, pese a que durante el confinamiento han avanzado mucho en la tarea, calculan que les queda aún un año o año y medio de trabajo.
"El problema de la restauración, cuando la haces para ti, es que nunca tienes suficiente, que conforme vas iniciando nuevos proyectos te exiges más, hasta acabar ‘ensañándote’ con cada pieza". Y es que en los trabajos excepcionales, como los de este Renault, se desmonta, repasa y revisa hasta el último de los tornillos, y solo se reintegra a su lugar cuando está ya prácticamente como salió en su día de la fábrica.
"Hay coleccionistas que respetan la pátina de los coches antiguos. Yo no puedo ver una abolladura en la puerta de uno de mis coches o un desconchón en la pintura".
En los 35 años que van desde que compró su primer coche hasta hoy, Ángel Martínez ha reunido 42 vehículos, la mayor parte de ellos de la firma Renault. "El primer coche que compré y restauré fue un Alpine. El segundo lo adquirí en Zaragoza, en el Barrio Oliver, era un Dauphine del año en que yo nací, 1961. Se le había roto la junta de la culata y querían deshacerse de él. Poco a poco me fui especializando sin querer en la casa Renault, y he ido comprando los modelos emblemáticos de la marca, un Caravelle, un R-8 TS... Esta pasión me ha permitido vivir momentos fantásticos. El club de coleccionistas de París me invitó dos veces a su reunión anual, y allí pude conocer a Jean Rédélé, el creador del Alpine. También he conocido y he podido conversar con Francisco Conde, el ingeniero que fabricó los Alpine en España. Coleccionar no es solo reunir, también es vivir experiencias".
Solo 12 de los coches de su colección no son de la marca Renault. Hay un Ferrari entre ellos (no hay colección de clásicos deportivos que no lo tenga), pero también algunos modelos se le resisten. «Me gustaría tener un Ford GT40 pero hoy en día es imposible, el precio es inalcanzable para mí. La gente cree que para coleccionar coches antiguos hay que tener mucho dinero. Habrá casos en que sea así, pero en el mío no. Lo que ocurre es que todo mi tiempo libre lo dedico a trabajar en mis proyectos de restauración, echo horas sin cuento y, si tengo que retrasar el comprarme una camisa para adquirir una pieza que me falta, lo retraso».
Internet ha venido en su ayuda, como a otros tipos de coleccionistas. Una pieza que necesitaba para el coche de 1911 en el que trabaja ahora la acabó encontrando en Nueva Zelanda. «Todos los días dedico un ratillo a mirar en la red porque nunca sabes cuándo va a aparecer la pieza que andas buscando», apunta.
El tiempo le ha enseñado que lo fundamental en un coche antiguo o en un clásico deportivo (al menos 30 años de antigüedad) es que la carrocería esté bien. «A veces se piensa que lo más delicado es el motor, y no es así. Restaurar una carrocería corroída exige muchísimas horas de trabajo y a veces el resultado no es el esperado. Cuanto mejor conservado está un coche antiguo, mejor queda una vez restaurado».
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